Salud

Covid-19 y acceso al agua: ¡el Estado debe aplicar una política ambiciosa!

Covid-19 y acceso al agua: ¡el Estado debe aplicar una política ambiciosa!

Artículo de opinión de 40 asociaciones francesas

El gesto es sencillo y la consigna se repite una y otra vez: lavarse las manos con agua y jabón, una regla de higiene básica que salva vidas ante la enfermedad Covid-19. Sin embargo, para 2200 millones de personas que viven sin acceso al agua potable es imposible aplicar este consejo de sentido común en su día a día: ¿cómo lavarse las manos con regularidad si no hay agua a su alcance?

La epidemia de Covid-19 hace aún más visibles las injusticias en materia de acceso al agua. Actualmente, casi un tercio de la población del mundo no cuenta con acceso al agua potable. ¿Cuánto tiempo tendrán que esperar todavía estas personas para poder beneficiarse de este recurso vital? El agua es un servicio esencial, un derecho fundamental reconocido como tal por las Naciones Unidas ¡y no un privilegio! Los gobiernos deben actuar ahora, de forma urgente y organizada, para frenar la crisis.

Una responsabilidad esencial del Estado

Si los gestos de protección como el lavado de las manos figuran entre las recomendaciones clave para la población, el suministro de agua potable debe ser central en la actuación y las prioridades gubernamentales.

En Francia, la falta de acceso al agua tiene un gran impacto en la población más vulnerable, sobre todo en las personas precarias que viven en la calle, en barrios de chabolas o en casas okupa. Antes de la pandemia, el 80% de las casas okupa y de los barrios de chabolas de Francia metropolitana no tenían acceso al agua1 y 235 000 personas vivían en la calle o en asentamientos no autorizados.2 En total, en Francia metropolitana hay más de un millón de personas que viven diariamente sin acceso permanente y asequible al agua potable.3

Desde el inicio de la crisis, numerosas asociaciones han alertado sobre el peligro persistente para estas poblaciones y se han movilizado para atender a las necesidades urgentes y evitar la propagación del virus. El 27 de marzo, el gobierno envió instrucciones a las prefecturas para hacerse cargo de las poblaciones más precarias que viven en la calle o en centros de acogida durante la epidemia de Covid-19. Los prefectos y las municipalidades tienen la responsabilidad de garantizar el acceso al agua, a aseos, duchas y lavanderías para las poblaciones que viven en condiciones precarias. En algunos lugares, esto ha permitido instalar grifos de agua de manera urgente. En otras palabras, ha hecho falta una epidemia para tomar conciencia de lo importante que es garantizar el acceso al agua.

No obstante, esto sigue siendo insuficiente en numerosos lugares de Francia. Los alcaldes y prefectos no siempre cumplen con su papel, y el acceso suficiente al agua, en condiciones dignas, sigue sin ser posible para todas las personas. Después del confinamiento, las autoridades públicas, las municipalidades y el Estado deberán proseguir los esfuerzos emprendidos por mantener disponibles los grifos de agua durante la crisis, pero también adoptar medidas adicionales: reabrir los grifos y aseos en las localidades y viviendas informales, así como para las personas sin hogar, garantizar estos servicios y dispositivos de higiene en todos los espacios y establecimientos públicos, implementar tarifas adaptadas para los servicios de agua (gratuidad, tarifas sociales o graduales, moratorias para las facturas de agua de los hogares vulnerables desprovistos de ingresos debido a la crisis).

La situación es dramática en los departamentos de ultramar

La situación es aún más catastrófica en los departamentos y las regiones de ultramar (DROM). En Mayotte, donde más de la mitad de las viviendas están construidas con chapa, el acceso al agua corriente aún está lejos de generalizarse en los hogares. Para gran parte de la población, el suministro de agua se realiza a través de fuentes públicas. En Guadalupe y Martinica, donde la falta de agua es estructural, los cortes diarios de suministro son cada vez más frecuentes, agravando así la problemática de la propagación de la epidemia.

Estas situaciones son de una gravedad excepcional y exigen una actuación global y urgente del gobierno para garantizar el acceso al agua y a los dispositivos de higiene en los DROM, más allá de los esfuerzos estructurales emprendidos antes de la crisis (el plan Agua-DOM). La crisis sanitaria demuestra la necesidad absoluta de reconocer el derecho al agua potable, a la higiene y al saneamiento en la legislación francesa para toda la población del territorio, tanto en Francia metropolitana como de ultramar.

Riesgos exacerbados para los países más pobres

En marzo, las Naciones Unidas y su Secretario General António Guterres recordaban que las décadas de déficit crónico de financiación para el acceso al agua potable exponen a la población del mundo a un riesgo creciente de contagio y al peligro ante la epidemia de coronavirus.

La disponibilidad de las instalaciones de lavado de las manos en los países de renta baja y media es muy limitada. A nivel mundial, el 40% de los hogares no disponen todavía de las instalaciones necesarias para lavarse las manos con agua y jabón. Casi la mitad de los establecimientos de salud y casi la mitad de las escuelas de los países en vías de desarrollo están desprovistos de estos equipamientos. La pandemia de Covid-19 se suma a los riesgos ya conocidos de contaminación y a las graves consecuencias para la salud derivadas de enfermedades que se podrían evitar, tales como la cólera, la fiebre tifoidea, la diarrea o la fiebre de Lassa.

No obstante, es esperanzador ver que hay Estados que asumen sus responsabilidades como garantes de servicios y reguladores. Algunos, como Zambia, han aprobado una directiva para impedir los cortes de suministro de agua para las poblaciones durante la crisis. Otros, como Ghana o Mauritania, han propuesto absorber las facturas de agua de los consumidores durante varios meses. Igualmente, varios países han contraído el compromiso de suministrar agua a los establecimientos informarles y espacios públicos (Liberia, Ruanda y Sudáfrica) o de aumentar las partidas asignadas a la mejora del servicio.

Para completar esta movilización, la solidaridad internacional es una de las claves en la respuesta sanitaria a la epidemia. Francia y otros países proveedores de fondos deben instaurar medidas de ayuda humanitaria urgente en materia de acceso al agua, al saneamiento y a la higiene, garantizando una financiación adicional y un apoyo técnico rápido y flexible a los países con los índices más bajos de acceso al agua. Las ONG que trabajan con las poblaciones marginadas son aliadas a la hora de desplegar dispositivos de lavado de las manos, de distribuir kits de higiene e implementar campañas de sensibilización a nivel comunitario y en las infraestructuras de salud y educación.

Las asociaciones de la campaña francesa “¡El agua es un derecho!” recuerdan que existen soluciones e instan al gobierno francés a implicarse urgentemente y a largo plazo en la lucha por los derechos al agua y al saneamiento. Descubra todas las recomendaciones aquí (francés).

FIRMANTES

Pierre Micheletti, presidente de Action contre la Faim
Mireille Murawski, delegada general de la Asociación francesa de Cooperación entre Actores del Desarrollo
Henri Smets, presidente de ADEDE y miembro de la Academia francesa del Agua
Stéphane Herpin, presidente de Arquitectos sin Fronteras
Claire Hédon, presidente de ATD Quart-Monde Francia
Michèle Grégoire, presidente de blueEnergy Francia
Sandra Métayer, coordinadora de la coalición francesa Coalition Eau
Nathalie Godard, presidenta del Colectivo Nacional francés de Derechos Humanos Romeurope
Profesor Jean-Jacques Eledjam, presidente de la Cruz Roja francesa
Vaia Tuuhia, delegada general de 4D
Anne-Isabelle Münz, presidenta de la asociación Dynam’eau
Doctor Loïc Monjour, presidente de la ONG EAST
Gabriel Amard, co-presidente de Eau bien commun Francia
Jean-Claude Oliva, co-presidente de Eau bien commun Francia y director de Coordination Eau Île-de-France
Bernard Mounier, presidente de Eau bien commun por la región Provenza-Alpes-Costa Azul
Valérie Dumans, co-directora de Eau et Vie
Philippe de Roux, co-director de Eau et Vie
Jean-Bosco Bazie, director general de Eau Vive Internationale
Jean-François Maruszcyczak, director general de Emaús Francia
Nathalie Péré-Marzano, Delegada General de Emaús Internacional
Florence Lamarque, presidenta de la Federación Nacional francesa de Servicios Sociales de Asistencia Médica Urgente (SAMU)
Jérémie Chomette, director general de la Fundación Danielle Mitterrand – France Libertés
Jacqueline Madrelle, presidenta de France Libertés Gironde
Henry de Cazotte, presidente de Gret
Vincent Ruffiot, presidente de Hé’EAU!
Gilles Bogo, presidente de Hydraulique Sans Frontières
Emmanuel Poilane, director general de Initiative Développement
Sophie Lehydeux, directora de Kynarou
Malik Salemkour, presidente de la Liga francesa de Derechos Humanos
Doctor Philippe de Botton, presidente de Médicos del Mundo
Benjamin Gasse, director de Morija Francia
Thierry Mauricet, director general de Première Urgence Internationale
Jean-Louis Marolleau, secretario de la Red Afrique Europe Foi et Justice
Rachid Lahlou, presidente fundador de Secours Islamique Francia
Romain Desvalois, delegado general de SEVES
Antonella Cagnolati, presidenta de Secrétariat International de l’Eau – Solidarité Eau Europe
Alexandre Giraud, director general de Solidarités International
Pascale Joffroy, asociación “Système b, comme bidonville”
Veronique Moreira, presidenta de WECF Francia
Patrick Flicoteaux, presidente fundador de Wikiwater


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