Salud

«Con el cierre de los lugares comerciales, mercados, bares, tiendas y otros […], las actividades de las mujeres —eslabón tan importante de la economía informal— se han ralentizado e incluso interrumpido».

«Con el cierre de los lugares comerciales, mercados, bares, tiendas y otros […], las actividades de las mujeres —eslabón tan importante de la economía informal— se han ralentizado e incluso interrumpido».

A partir de sus investigaciones y experiencia profesional, Kodzo Agbenyega Tsolenyanu, Director Ejecutivo de Emaús MARS (Togo), nos comparte su análisis sobre el lugar que ocupan las mujeres en el sector informal en el continente africano, sobre el impacto de la pandemia en este sector, así como sobre las respuestas del Movimiento Emaús en periodo de crisis.

El sector informal en África es de dos tipos: el de los quiscos que invaden aceras y se despliegan en los barrios, y el de las tiendas oficiales, que pagan sus impuestos al Estado.

En África, el sector informal sigue siendo un sector invisible y descontrolado, debido a la diversidad de actividades que abarca. Sus principales integrantes son las mujeres: en el sector servicios, las mujeres normalmente son dependientas, vendedoras al por menor, limpiadoras, peluqueras, lavanderas, trabajadoras domésticas, etc. En el sector agrícola, combinan actividades de otros sectores, como la venta o la transformación artesanal, con las labores agrícolas. En algunos países, las mujeres realizan principalmente trabajos de temporada extremadamente inestables. Allí, los contratos son de corta duración.

Condición de la mujer en el sector

La migración a las ciudades, provocada por la falta de empleo, sitúa a las mujeres en una situación todavía más complicada, ya que cuando los hombres se marchan, ellas deben combinar sus múltiples tareas domésticas con el cultivo agrícola y las actividades informales complementarias. Incluso cuando son ellas las que se marchan, siguen siendo las actividades informales las que les permiten cubrir las necesidades de sus familias, en el contexto normalmente hostil de las grandes ciudades.

A pesar de que realice esfuerzos, el Estado tiene dificultades para organizar este sector y poner a disposición una financiación adecuada. Solamente las instituciones financieras privadas, como los bancos privados o los institutos de microfinanzas locales, aportan soluciones. Las mujeres se ven obligadas a pedir préstamos, que deben devolver después con intereses. Por lo tanto, las mujeres de este sector siempre están en el terreno, trabajan de manera permanente, en cualquier temporada y circunstancia, para poder responder a las necesidades de sus familias. En Togo, el Estado ha instaurado el Fondo Nacional de Finanzas Incluyentes (FNFI) y la Agencia Nacional de Ayuda para la Base (ANADEB). No obstante, apenas un 80% de los actores informales tienen acceso a estos dos servicios.

El impacto de la COVID-19 en el trabajo informal

Según la OIT, «las medidas de distanciamiento físico son de difícil cumplimiento para las personas que trabajan en la economía informal, situándose entre la prevención y el hambre».

El distanciamiento físico y las medidas de confinamiento total o parcial han implicado el cierre de los lugares comerciales (mercados, bares, tiendas y otros), que son esenciales para la economía informal. Las actividades de las mujeres se han reducido o incluso interrumpido por completo. Esta crisis afecta a pequeñas empresas y a los trabajadores y trabajadoras de la economía informal, que ya tienen importantes problemas de acceso a un trabajo digno: ingresos insuficientes, imprevisibles e irregulares (sobre todo las mujeres, pero también las personas vulnerables como aquellas con discapacidad, migrantes o refugiadas), falta de seguridad social, falta de acceso a una atención médica adecuada, falta de reconocimiento jurídico de su relación laboral o de su unidad económica.

Desde el mes de marzo, las mujeres están en sus casas y sin ingresos, hasta hoy, cuando las actividades se empiezan a reactivar con cuentagotas. La tristeza se ha instalado en muchas familias debido al hambre y al miedo que genera esta pandemia. Las actividades económicas de los grupos Emaús locales que promueven la situación de las mujeres en los sectores informales se han interrumpido debido a las medidas de distanciamiento.

Las respuestas que aporta el movimiento Emaús para las mujeres del sector informal

Mediante sus valores, el movimiento Emaús ha construido su mensaje político en torno a tres luchas, una de las cuales es la economía ética y solidaria. Las iniciativas que se enmarcan en esta lucha permiten a cientos de mujeres vinculadas a los grupos Emaús de África vivir de su trabajo.

Ante el cese de sus actividades, estas mujeres han podido beneficiarse de las iniciativas sociales y de las ayudas económicas, técnicas o materiales de los grupos Emaús locales, así como de una ayuda para cubrir las necesidades fundamentales de sus familias.

Por ejemplo, en Togo, Emaús MARS —que ayuda a las mujeres del entorno rural a organizarse en agrupaciones agrícolas, ganaderas y de comercialización de productos agrícolas procesados— ha puesto a disposición de estas mujeres y sus familias paquetes de productos sanitarios y alimentarios. Estas acciones solidarias han permitido a las mujeres del sector informal evitar exponerse al riesgo de contaminación.

Kodzo Agbenyega TSOLENYANU
Director Ejecutivo de Emaús MARS (Togo)