Aunque los medios de comunicación han desempeñado un papel importante en la construcción de la imagen del Abbé Pierre, es su singularidad y su sinceridad lo que hace que sea tan apreciado en Francia y a nivel internacional. 

Ante lo que considera injusto, se sirve de su notoriedad para defender diversas causas en todo el mundo: derecho a la vivienda, acogida de las personas sin papeles, inserción y trabajo para todos, comercio justo, lucha contra el hambre en el mundo. Allá donde se pisotea y humilla la humanidad, el Abbé Pierre se apropia esas causas y lucha por ellas. 

En septiembre de 1973, unos días después del golpe de Estado del general Pinochet, dos responsables del grupo Las Urracas Emaús de Temuco —Carlos Melillán y Óscar Pregnán— son detenidos y torturados. Emaús Internacional moviliza a sus miembros en varios países para salvarles la vida a sus compañeros chilenos. El Abbé Pierre viaja a Chile, se reúne con las autoridades militares y consigue que liberen a los dos responsables a cambio de su exilio permanente. 

En 1990, el Abbé Pierre se une a la campaña por la renovación democrática en Benín, iniciada por Emaús Internacional y otras ONG por iniciativa de Albert Tévoédjrè e Isidore de Souza, dos amigos benineses de Emaús y figuras destacadas de la reinstauración de la democracia en Benín tras 17 años de dictadura. 

En 1992, cuando estalla la guerra en Bosnia, Emaús organiza envíos de víveres y materiales para los refugiados y las víctimas, hasta el final de la guerra en 1995 y más tarde. 

Ante el recrudecimiento de la violencia, el Abbé Pierre lanza un grito de rabia el 18 de julio de 1995: junto con Emaús Internacional y Emaús Francia envía una carta abierta al Presidente de la República francesa para pedir el bombardeo de las instalaciones militares serbias y denunciar la incapacidad de la ONU de cumplir con sus obligaciones de mantenimiento de la paz. 

En agosto de 1996, el Abbé Pierre se queda una semana en Recife para celebrar la apertura de la comunidad Emaús y los 65 años de sacerdocio de Don Hélder Câmara, antiguo arzobispo de la ciudad. El 18 de agosto lanzan juntos su «Llamamiento a los seres humanos». «No olviden la regla, la fuente de cualquier tipo de paz, de cualquier injusticia y de cualquier forma de solidaridad: servir y hacer que se sirva primero, en todas partes, a quienes más sufren, a los más pobres».

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