Se violan los derechos fundamentales, las desigualdades entre hombres y mujeres persisten, las condiciones climáticas y medioambientales se deterioran y nos deterioran, se privatizan los bienes comunes… Este es el contexto global contra el que lucha el movimiento Emaús. Ante lo inadmisible, Emaús sitúa al ser humano en el centro de su modelo.

Allá donde tiene presencia, el movimiento Emaús afronta la intensificación de la pobreza y de la exclusión, generadas por decisiones políticas que, lo más a menudo, favorecen el interés de los más poderosos y entorpecen una transición social y ecológica adecuada. Para luchar contra ello, los grupos Emaús crean y desarrollan actividades económicas que respetan los derechos sociales y medioambientales. 

Gracias a la actividad de recogida de residuos y de reciclaje y reutilización de objetos que llevan a cabo numerosos grupos en el mundo, las compañeras y los compañeros de Emaús pueden encontrar su lugar en la sociedad, organizarse y volver a apropiarse sus derechos fundamentales. Además, contribuyen, a su vez, a ayudar a personas aún más vulnerables, creando al mismo tiempo un círculo virtuoso de gestión de residuos y, con ello, de protección de su entorno de vida. 

Los grupos Emaús también llevan a cabo otros tipos de acciones, por la justicia social y medioambiental: agroecología con campesinos sin tierras, mutuas de salud gestionadas por personas desfavorecidas, gestión popular y participativa del acceso al agua y a la vivienda, lucha contra las discriminaciones y las violencias hacia las mujeres y lucha contra el sobreendeudamiento.

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