“El Manifiesto Universal es una ponderosa fuente de inspiración, no tanto como texto, sino como plataforma para la acción y la solidaridad.”

“El Manifiesto Universal es una ponderosa fuente de inspiración, no tanto como texto, sino como plataforma para la acción y la solidaridad.”

Birgitta Goranson es voluntaria en la asociación Swallows, y miembro de Emaús Suecia. Con ocasión del 50º aniversario del Manifiesto Universal, repasa este texto fundador y base común del movimiento Emaús como fuente de inspiración desde los años 1970.

“Para mí, y para la mayoría de mis colegas en mi país, el Manifiesto Universal ha sido una poderosa fuente de inspiración, no tanto como texto, sino como plataforma para la acción y la solidaridad. Como escandinavos, vivimos en un entorno cultural y político claramente secular y orientado a lo práctico. No solemos ser muy filosóficos, y nuestros idiomas son muy terrenales.

Sinceramente, durante bastante tiempo el Manifiesto, como texto, ha sido bastante difícil de descifrar para los que no tenemos el francés como lengua materna. Durante más de 20 años tuvimos que hacer una traducción palabra por palabra al inglés, que no tenía mucho sentido, aunque, afortunadamente, las palabras clave sobresalían. ¡Necesitábamos desesperadamente una interpretación! Y la tuvimos con los relatos sobre la labor en los grupos, y con la manera en la que las personas se relacionaban las unas con las otras, con respeto y dignidad, independientemente de sus distintos orígenes.

Por tanto, mi principal inspiración, para nosotros en Escandinavia, a partir de los años 70, fue el Manifiesto a través de su expresión en las acciones locales, y en la manera en que estas acciones se vinculaban con la solidaridad internacional. Esta inspiración tan práctica, y su visión de un orden mundial posible estructurado en torno a la paz, la solidaridad, el compartir y el respeto, quedó posteriormente descrito incluso más claramente en los textos añadidos al Manifiesto por las Asambleas Mundiales de Emaús. Esos textos han demostrado ser una referencia muy sólida de experiencias que siguen siendo fuente de inspiración.

Mi primer contacto práctico con una comunidad Emaús y con la realidad de Emaús fue en Lima, Perú, en 1971. La labor que llevaban a cabo en los complicados suburbios de Chorrillos mostraba dedicación, creatividad y esperanza inquebrantable en un futuro mejor. Allí, con ellos, el Manifiesto cobró vida, y cambió mi vida. La llamada de Emaús fue fuerte, tenía que sumarme activamente, que comprometerme. Conseguí ese privilegio con un grupo Emaús de Suecia llamado Swallows, primero durante una visita de estudio a Bangladesh y la India en 1975, y luego a partir de 1977 como voluntaria del grupo Swallows en la India.

Desde entonces soy voluntaria y activista del grupo sueco Swallows. El compromiso sigue siendo firme.

Echando la vista atrás, a estos 50 años, con el Manifiesto Universal como nuestra plataforma, e intentando determinar los compromisos de Emaús para el futuro… ¿Dónde podemos hoy encontrar la inspiración? ¿Dónde la encuentro?

Yo diría que en cualquier grupo Emaús, o en cualquier suburbio con problemas, en cualquier frontera, cualquier campo de refugiados, ya sea en Europa en otro lugar del Sur global.

En Lima, los peruanos y los escandinavos trabajando juntos me enseñaron, con su labor silenciosa y persistente y su estilo de vida, que siempre hay que hacerse preguntas sencillas: ¿Quién se beneficiará? ¿Quién sufrirá? ¿Junto a quién estás? Hoy, como hace 50 años, el Manifiesto Universal nos alienta a estar en cada lucha junto a los que más sufren, y a no tener nunca miedo a hablar. A defender la democracia, los derechos humanos y la diversidad, siempre y en todas partes”.

Photo : ©Patrick Piro